Historia

Antes de que el eterno invierno azotara el mundo, Smith vivía una vida tranquila y solitaria. Herrero de un pequeño pueblo de montaña, era admirado por su inigualable habilidad para moldear el acero y su negativa a cobrar por las reparaciones, insistiendo en que el bienestar de la comunidad valía más que las monedas. Pocos sabían que tras su silenciosa rutina se escondía un pasado atormentado por la culpa y la pérdida.

Años antes del congelamiento global, Smith había servido como soldado. Una decisión táctica fallida durante una misión provocó la muerte de civiles inocentes, incluida su propia hermana. Devastado, abandonó el campo de batalla y juró no volver a empuñar un arma. La forja se convirtió en su santuario, donde cada golpe del martillo era un intento de forjar la redención.

Cuando el frío cataclísmico devastó la civilización, Smith fue uno de los primeros en alzarse y liderar los esfuerzos por sobrevivir. Utilizando tanto su conocimiento militar como su destreza, construyó refugios, improvisó armas y defendió a los débiles. Aunque rara vez habla del pasado, sus acciones hablan más que cualquier palabra, lo que lo convierte en un pilar de fuerza, disciplina y resiliencia.

Sus cicatrices no son solo físicas; influyen en cada decisión que toma. Hombre de pocas palabras, la sola presencia de Smith inspira respeto y una sensación de calma. No lucha por la gloria ni por la venganza. Lucha porque, en este mundo congelado, cada vida salvada es un paso más cerca de hacer las paces con su propio destino.