Blanchette puede parecer una chica bondadosa de voz suave y mirada amable, pero las apariencias engañan. Cualquiera que la vea en acción, blandiendo su característico rifle de tres cañones con una precisión aterradora, se dará cuenta rápidamente de que es una de las tiradoras más mortíferas de la Tundra.
Es una genio táctica y una intrépida superviviente, capaz de enfrentarse a hombres y bestias sin pestañear. Sin embargo, bajo esa apariencia endurecida se esconde un alma profundamente compasiva. Blanchette lidera a un grupo de huérfanos rescatados por su difunto padre, el fundador de su refugio improvisado. Con sus "hermanos", su rostro severo se suaviza con calidez, alegría e incluso risa.
Blanchette asumió el liderazgo siendo adolescente, apenas mayor que los niños que juró proteger. Intentó recrear una sensación de normalidad para ellos: organizaba obras de teatro, decoraba su refugio y contaba historias. Pero en cada función de "Caperucita Roja", vivía una versión mucho más real y brutal de la historia en el exterior, donde los lobos no llevaban disfraces y la compasión era un bien escaso.
Su padre soñó una vez con construir un verdadero refugio para niños abandonados. Pero tras su muerte, su sucesor traicionó ese sueño: vendió los bienes del orfanato y huyó. Abandonados a su suerte, Blanchette y los huérfanos aprendieron a crecer rápido. Su primera prueba de fuego llegó cuando una incursión de bandidos azotó su pueblo. Los rumores de un tesoro habían atraído el peligro a su puerta. Blanchette guió con calma a los niños a un lugar seguro y luego eliminó a los asaltantes uno por uno.
Esa noche, llegó a la edad adulta cubierta de la sangre de quienes amenazaron a su familia. Desde entonces, proteger el orfanato ha sido su misión. Aceptó peligrosos contratos de recompensa para alimentarlos y, en el proceso, se convirtió en una leyenda a regañadientes.
La vida seguía siendo una lucha hasta que llegó la Alianza del Amanecer, ofreciendo recursos a cambio de su servicio. Con nuevo apoyo, Blanchette finalmente tuvo la fuerza para proteger a su familia y la libertad de unirse al frente. Lo que la Alianza ganó ese día no fue solo una guerrera, sino un corazón feroz e inquebrantable.